¿CÓMO HA CAMBIADO NUESTRA CONCIENCIA AMBIENTAL CON ESTA PANDEMIA? REFLEXIÓN NECESARIA TRAS UN AÑO DE CRISIS

Quien nos iba a decir hace más de un año que nos íbamos a ver en esta situación. Difícil solamente imaginarlo.

Eso de que el mundo se ve atacado por un terrible virus que amenaza la existencia del ser humano era cosa de películas de ciencia ficción. Imposible creer que ocurriera. Ridículo solo pensar en la posibilidad.

Pero sucedió…

Y aquí estamos un año después sin haber conseguido salir de esta película de terror.

Pensé en aquel momento que, tal vez, de alguna manera, podríamos sacar algo positivo de tan terrible experiencia. Al igual que le digo a mi hija, tras cualquier mala experiencia siempre podemos sacar algo positivo…el APRENDIZAJE. Todo lo malo que te pase siempre te aportará el valiosísimo conocimiento de aquello en lo que has fallado para no repetirlo.

Pero ya se sabe, el hombre es animal que tropieza dos veces en la misma piedra… o 3 o 4 o las que hagan falta. Y en esta situación no íbamos a ser menos.

¿Hemos sacado algún aprendizaje de esta dura experiencia?

Cuando empezó todo esto, aún sin imaginar las dimensiones que iba a alcanzar, pensaba en que por lo menos, a lo mejor, nos permitiría darnos cuenta de cuan débil es el ser humano y más aún. cuando este se desvincula del Medio que le aporta absolutamente TODO para su supervivencia.

Pensaba en lo paradójico que resultaba que la forma de vida más simple conocida (tanto, que incluso se ha cuestionado si considerarla como tal) pusiera en jaque a la que se considera la más desarrollada.

Los seres humanos, que nos creemos tan fuertes y superiores, tan por encima del resto de las especies del planeta, y un ente de menos de una micra, sin estructura celular, sin metabolismo propio que le permita reproducirse si no es a expensas de las células que invaden, colapsaba nuestro sistema económico, sanitario y social. Nos encerraba en nuestras casas, y nos hacía temer por nuestra supervivencia.

Imaginé en ese momento que quizás esa horrible situación serviría para que de una vez por todas tomáramos conciencia de nuestra debilidad, y que asumiéramos que nuestra supremacía como especie de este planeta, no era real.

Tal vez nos haría conscientes de aquello que estábamos haciendo mal y que nos había llevado a esa situación. Quizás aquello nos haría darnos cuenta de las cosas en las que habíamos fallado para ponernos en marcha de cara a no volver a repetirlo. Percatarnos de ese consumismo compulsivo que tenemos, de los altísimos niveles de contaminación que a diario generamos y sobre todo, de que somos nosotros los que podemos desaparecer y no la Naturaleza, porque el planeta puede seguir claramente adelante sin nosotros.

Pensaba que nos haría reflexionar al respecto y que sacaríamos lo único positivo de aquella situación: un valioso aprendizaje vital sobre nuestra vulnerabilidad al desvincularnos del entorno, tal y como estábamos haciendo hasta ahora.

LO QUE LA PANDEMIA PUSO DE MANIFIESTO. LA LLAMADA DE ATENCIÓN QUE NOS DABA LA NATURALEZA

Detrás del origen de la pandemia, y como elemento clave en transmisión del virus, está la pésima situación de nuestros ecosistemas, y en especial el descenso de la biodiversidad, todo ello provocado por la gestión que llevamos haciendo del Medio Ambiente desde decenas de años.

Esta desastrosa gestión ha provocado que estemos altamente expuestos a que pandemias como la que estamos viviendo se produzcan y se vuelvan a repetir en el futuro.

Ya lo sabíamos hace mucho tiempo, pero esta pandemia ha sido la confirmación más directa que hemos percibido de que el daño que los humanos infringimos al Medio Ambiente acaba convirtiéndose en daño a nosotros mismos. Es el efecto boomerang de nuestra Gestión Ambiental

Con ella se hizo patente, una vez más, la importancia que tienen el CÓMO sean las interrelaciones entre el ser humano y el entorno natural, y la fuerte dependencia que nuestro bienestar tiene en ellas.

La pérdida de biodiversidad, la deforestación, la destrucción de ecosistemas y los sistemas alimentarios intensivos aumentan las probabilidades de que se produzcan enfermedades zoonóticas (aquellas que saltan de los animales a los humanos) al potenciar su transmisión creando condiciones favorables para su propagación, ya que se elimina el escudo protector que pone distancias entre el ser humano y los patógenos.

Se ha visto además que las desigualdades sociales o la mala calidad del aire influyen en los efectos que provocan estas enfermedades en las personas, como ha sido en el caso de la COVID-19, ya que la contaminación ambiental, y en especial la atmosférica, debilita nuestro sistema respiratorio y facilitan un mayor daño del virus.

El cambio climático también ha jugado un papel crucial en la propagación de este coronavirus, al provocar el desplazamiento de las poblaciones de murciélagos (intermediario entre virus y ser humano) y el cambio de sus hábitats habituales.

Romper los equilibrios ecológicos tienen consecuencias muy graves para el Hombre y esta ha sido una sólo una de ellas, aunque posiblemente la que hemos “palpado” más de cerca.

Una importante llamada de atención que nos ha hecho la naturaleza y sobre la que podemos seguir haciendo caso omiso o ponernos a trabajar en serio para remediarlo.

LA PRUEBA PALPABLE DE LAS REPERCUSIONES DE NUESTRA ACTIVIDAD EN EL MEDIO AMBIENTE

La llegada de la pandemia puso de manifiesto las consecuencias de nuestro desequilibrio con el entorno natural, y el posterior confinamiento, fue la prueba palpable del continuo daño que nuestra actividad genera en el Medio Ambiente.

En cuanto nos vimos encerrados en nuestras casas, frenando en seco toda nuestra actividad empresarial y social, se vieron rápidamente las consecuencias beneficiosas de semejante parón.

  • Dejaron de hacerse la media de 180.000 vuelos que a diario atravesaban nuestros cielos generando cantidades ingentes de contaminación.
  • Ya no había grandes cruceros, que como ciudades flotantes que son, con un elevado consumo energético, contaminación y generación de toneladas de residuos, producían un altísimo impacto en nuestros mares y océanos.
  • Dejaron de funcionar las fábricas y el comercio, origen de importantes emisiones contaminantes a la atmósfera.
  • Disminuyó drásticamente el transporte, principal fuente de gases de efecto invernadero, debido a las restricciones a los viajes, la reducción de los desplazamientos al trabajo, el cierre de colegios, el bloqueo del turismo y de los viajes de negocios.
  • Se redujo significativamente el negocio de exportación e importación y el movimiento de buques mercantes
  • Se detuvo la construcción, generadora de gran cantidad de residuos sólidos, contaminantes de suelo y aguas.

Todo ello fue un momento de respiro ambiental. El Medio Ambiente dejó por unos días de padecer la fuerte presión humana y el cese de la actividad humana se tradujo en:

Alrededor de un 50% menos de los niveles de contaminación del aire. La calidad del aire mejoró en muchas ciudades.

Una importante bajada en la emisión de gases de efecto invernadero

La reducción general de la carga de contaminación del agua en diferentes partes del mundo.

Sin máquinas, vehículos o trabajos de construcción la contaminación acústica, con impactos muy adversos para la vida, también se vio ampliamente aminorada.

La disminución del tráfico ilegal de fauna salvaje

Obviamente también la bajada de la demanda de energía y en consecuencia los efectos adversos de su consumo.

El Planeta respiró por unos cuantos días

LA NUEVA NORMALIDAD. EL EFECTO AMBIENTAL TRAS UN AÑO DE PANDEMIA ¿HEMOS APRENDIDO ALGO?

Ahora, pasado un año, todo aquello que yo había pensado que podríamos aprender de tan horrible experiencia, esa parte positiva que creía podríamos ver en esta pandemia, empiezo a cuestionármela tras ver cómo estamos gestionando la nueva situación.

En todo este tiempo está claro que hemos aprendido muchísimo de desinfección, de tecnologías de comunicación a distancia, de nuevas formas de trabajar, de tipos de mascarillas, de virología, de nuevas alternativas de sociabilización y entretenimiento,… Hemos aprendido mucho de muchas cosas, pero poco o nada de lo vital que resulta mantener un Medio Ambiente saludable, de la necesidad de mantener el equilibrio con nuestro entorno para mantener nuestra propia salud y bienestar.

Resulta muy difícil percibir que nos hayamos dado cuenta de que debemos cambiar nuestra relación con el Planeta si queremos que esto no se vuelva a producir.

La nueva normalidad ha traído consigo un mayor incremento en la generación de residuos sólidos urbanos. Las cuarentenas, los aislamientos y el mantenimiento de las distancias sociales nos traen más de un 15% de incremento de las cantidades de residuos generadas.

Si hablamos de residuos hospitalarios, ya te puedes imaginar que el aumento aún ha sido mucho más considerable, en especial aquellos considerados peligrosos y en consecuencia con una mayor problemática. La producción de estos residuos ha aumentado a nivel mundial (recogida de muestras, diagnóstico y tratamiento de gran número de pacientes, la desinfección, los equipos de protección…)

Nos hemos acostumbrado a ver mascarillas y guantes por todos lados. Y no me refiero solo a verlos en la cara y manos de la gente. Estos aparecen ya abandonados en cualquier lugar, tirados en playas, ríos, campos y en cualquier esquina del planeta. Son el nuevo elemento contaminante de nuestro entorno.

¿Ni siquiera hemos aprendido que mascarillas y otros equipos de protección están compuestos básicamente de fibras micro plásticas que pueden persistir durante mucho tiempo y generar una importante contaminación en el entorno?

Antes de la pandemia se vislumbraba un comienzo de lucha contra el uso masivo del plástico, el elemento contaminante que ha marcado nuestra era. Tímidamente se estaba empezando a legislar en muchos países para limitar su uso y eliminarlo progresivamente, principalmente en productos de un solo uso. Pero la pandemia lo cambió todo. De repente está más que justificado proteger y plastificar todo: guantes, mascarillas, barreras, pantallas, .. Volvemos al abuso de productos de un solo uso. Los fabricantes de plástico preocupados por esa legislación incipiente antes de la pandemia ya podrán estar más tranquilos.

Otro de los hábitos que se ha hecho común en esta nueva sociedad postpandemia es el de las compras por internet. Ya estaba siendo una invasión que ganaba cada vez más terreno, pero la pandemia fue el empujoncito final para que el comercio online se pusiera a la cabeza y superara con creces al tradicional.

Ha sido la estocada final para el comercio cercano. Ahora nuestras compras atraviesan miles de kilómetros hasta llegar a nosotros. Cargueros llenos de contenedores cargados de mercancías recorren los mares del mundo, llevando y trayendo artículos de consumo de un lugar a otro.

Este aumento en las compras online lleva también aparejada un aumento en la cantidad de residuos, principalmente por los materiales de embalaje que suponen miles de toneladas de plásticos y cartón.

Y seguimos sumando cantidades de residuos… El cierre de restaurantes y la imposibilidad de acudir a ellos para disfrutar de una comida o cena nos ha llevado también a buscar alternativas para poder mantener los negocios en pie. Esto supuso que muchos se pasaran al servicio de comida para llevar, utilizándose envases plásticos de un solo uso que en apenas unos minutos acaban convirtiéndose en residuos que engrosan nuestras bolsas de basura.

El miedo al contagio también ha llevado a que en tiendas y supermercados se prohibiera que los clientes llevásemos nuestros tuppers para recoger el pescado, carne o embutidos que compramos. Otra vez obligados a consumir bandejas de poliespan, film plástico, bolsas plásticas que nada más llegar a nuestra casa ya se han convertido en residuos.

Y hay que pensar que cuando hablamos de más producción de residuos hablamos también de mayor consumo de materias primas y recursos naturales para la fabricación de todos esos productos, que en la mayor parte de los casos, apenas tienen una vida útil de minutos u horas.

Olvidadas totalmente quedaron aquellas intenciones de avanzar hacia un sistema más sostenible y de economía circular que parecía atisbarse en los meses previos a esta crisis sanitaria.

El uso de gran cantidad de desinfectantes en nuestras casas, en áreas comerciales, en colegios y en todo tipo de servicios públicos es otro de los “regalos” ambientales que nos ha traído el COVID. Ahora rociamos todo con estos productos como si no hubiera un mañana y sin ser conscientes de que además de a este coronavirus, nos cargamos también a otras muchas especies de microorganismos beneficiosos, creando un nuevo desequilibrio ecológico.

Durante todo un año, toda la información ha estado entorno a la pandemia, las políticas desarrolladas en las diferentes instituciones han tenido el único objetivo de superar esta crisis sanitaria (pensando únicamente en acciones inmediatas y no acciones que atacaran al origen del problema) y nuestra vida ha quedado enfocada hacia una sola preocupación, recuperar la antigua normalidad cuanto antes. Todos aquellos movimientos de defensa del medio ambiente que se iniciaban en la pre-pandemia, como el de Greta Thunberg y Fridays for Future quedaron ocultos y olvidados, a pesar de que en ellos está el mejor “arma” para aniquilar el origen de esta situación y la solución para que no vuelva a repetirse.

LO QUE DEBERÍAMOS HABER APRENDIDO…

Primera lección y más importante: Nuestra salud depende de la salud de la Tierra, por lo tanto proteger el Medio Ambiente es protegernos a nosotros mismos.

No podemos permitirnos continuar con un Sistema con un mantenimiento basado únicamente en el consumismo puro y duro.

Continuar en este camino nos lleva directamente a tropezar con la misma piedra. Si no se cambian las cosas, nuevas pandemias son más que probables y esta no será más que el inicio de una nueva era marcada por la aparición de diversas epidemias.

Si en la recuperación nos vamos a preocupar únicamente de estimular la economía, volviendo a nuestras antiguas prácticas, no solo volveremos a recuperar nuestros niveles de contaminación, si no que estos serán muchos mayores

Lo único positivo que podemos sacar de esta es el APRENDIZAJE: Conocer y tomar conciencia de todo lo que hemos hecho mal hasta ahora para no volver a repetirlo.

¿De verdad, no vamos a aprovecharlo?

¿Vamos a hacer caso omiso a esta llamada de atención que nos ha dado el Medio Ambiente?

A mí me da que de esta tampoco aprenderemos. Con lo que he comentado, todo me apunta a ello. Ojalá me equivoque…

¿Y tú? ¿Crees que por fin aprenderemos de esta?

3 pensamientos en “¿CÓMO HA CAMBIADO NUESTRA CONCIENCIA AMBIENTAL CON ESTA PANDEMIA? REFLEXIÓN NECESARIA TRAS UN AÑO DE CRISIS

  1. Pienso como usted, que esto se olvidará cuando pase como se han olvidado las lecciones de la Historia. Por ejemplo, ¿no deberíamos acaso ya haber aprendido de la destrucción inhumana de las guerras, sobre todo después no de una sino de dos guerras mundiales con dos detonaciones nucleares al fin de esta última? Lo cierto es que aún continúan las guerras en escenarios regionales como el Medio Oriente. Entonces, no creo que la humanidad aprenda algo de esta pandemia, puesto que lo principal que le ocupa es volver pronto a la «normalidad» y ésta normalidad, sabemos bien, tristemente, que no es la seguridad de la humanidad lo que va a prevalecer, sino la de la economía para que continúe su marcha sin mayores contratiempos para las corporaciones que son, en definitiva, las que perciben el rentismo del fianaciamiento productivo del mundo materialista y consumista. Gracias por compartir.

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    • Gracias a ti Eudes, por aportar tu opinión.
      Tristemente yo también lo veo así. Incluso podría decir que es aún peor, pues no es sólo que nos olvidaremos de esto en cuanto ya no sea necesario llevar mascarillas, es que ni siquiera nos hemos parado a reflexionar sobre lo que nos traído hasta aquí. Es que nada más decretarse el estado de alarma ya se veían mascarillas y guantes plásticos tirados por cualquier parte…. ¡Totalmente desmotivante! Reconozco que me «venía abajo» cuando veía esos «paisajes». Y ahora, todo el mundo está ansioso por volver a esa Normalidad basada únicamente en la Economía, como motor del mundo, y el Consumismo como la gasolina de esa Economía… No, no hemos aprendido nada.

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