Una EDUCACIÓN AMBIENTAL que brilla por su ausencia

Cada año el Medio Ambiente está más presente en nuestras vidas. Es una realidad.

Pero esta presencia no es en positivo. Todo lo contrario. Pensamos más en él porque, cada vez más, sufrimos en “nuestras carnes”, como estaba claro que sería, las consecuencias de la desastrosa gestión que de él hacemos.

Y no nos engañemos, principalmente, son las consecuencias económicas las que nos lo evocan y nos hacen llevarnos las manos a la cabeza pensando en el desastre que estamos provocando. Porque poderoso caballero es Don Dinero.

Problemas de salud por contaminación, escasez de agua, destrucción de cultivos, escasez de recursos en la pesca, grandes desastres naturales,…Todo ello son cuestiones que, día a día, van ocupando más espacio en las noticias diarias y todos ellos acarrean grandes costes económicos.

Y si bien es cierto que se están removiendo algunas conciencias, y que en los últimos tiempos han surgido diversos movimientos que reclaman un cambio de nuestro modo de vida para solucionar esas problemáticas, no estamos haciendo nada por eliminar lo que, es sin duda, la causa raíz de este problema global que vivimos.

Si aplicáramos cualquiera de las técnicas que habitualmente se emplean en las empresas para llegar al origen de un problema y definir acciones que lo erradiquen (5 Por Qués, AMFE, A3, Diagrama de Ishikawa,…) seguro llegaríamos a la causa raíz de la situación que tenemos, y esta no es más que nos FALTA EDUCACIÓN AMBIENTAL

La Educación Ambiental no está, pero… ¿se le espera?

Hace más de 20 años que inicié mi carrera profesional justamente dedicándome a diseñar, desarrollar y llevar a cabo acciones de Educación Ambiental.

Hoy en día, la Educación Ambiental es una parte muy, muy pequeña de lo que suponen las diversas tareas que me exige mi trabajo diario (quizás por eso, justamente, trato de mantener este blog que me da la oportunidad de ejercer esa comunicación que para mí es tan importante). Pero tengo hijos y convivo continuamente con gente joven de diferentes generaciones posteriores a la mía (amigos de mis hijos, jóvenes con los que comparto trabajo u otras actividades, alumnos de diferentes cursos que imparto, …) y lo que sigo viendo, 20 años después, es una gran falta de Educación Ambiental.

Aun hace nada, he escuchado que una actriz de este país al intentar explicar a unos niños que le preguntaban sobre qué es el cambio climático, respondía tranquilamente que era un aumento de temperatura motivado por el acercamiento de la tierra al sol… ¿De verdad?… ¿A estas alturas de la película y ni siquiera sabemos que es el Cambio Climático?

¿De dónde ha partido la Educación Ambiental?

Como muchas de las cuestiones relativas al Medio Ambiente, el concepto de Educación Ambiental ya viene de lejos, y al igual que en otras, a pesar de ello y de los muchos años que han pasado, a estas alturas seguimos “en pañales” con ella.

Como muchos temas ambientales se ha quedado en palabras pronunciadas o escritas en el papel, y sin llegar materializarse y hacerse efectiva.

Ya en 1968 el Club de Roma la propuso como alternativa para evitar efectos irreversibles a nivel mundial derivados de la explosión demográfica, la contaminación, o el uso incontrolado de energía, y para generar conciencia en la opinión pública, estableciendo patrones de una nueva ética social y orientando las conductas de los seres humanos…

¡En 1968! Madre mía, ¡anda que no han pasado años!

Y fue en 1970 cuando la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) propuso definir la Educación Ambiental como «el proceso de reconocer valores y aclarar conceptos para crear habilidades y actitudes necesarias, tendientes a comprender y apreciar la relación mutua entre el hombre, su cultura y el medio biofísico circundante».

El término de Educación Ambiental como tal, fue utilizado por primera vez en 1972 en Estocolmo, durante la realización de la Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente.

En 1975, en la Carta de Belgrado se establecieron las directrices básicas, los objetivos y las metas de la Educación Ambiental con la intención de alcanzar una mejor calidad de vida para las actuales y futuras generaciones, planteando la Educación Ambiental como la herramienta capaz de generar una nueva ética en las relaciones entre el hombre y la naturaleza.

Poco después, en el 77, la UNESCO y el PNUMA convocaron la I Conferencia Internacional sobre Educación Ambiental en Georgia.

El siguiente acto sobre el tema, convocado por las mismas entidades, fue el Congreso Internacional sobre Educación y Formación Ambiental, diez años más tarde, en 1987 en Moscú, de donde salió un plan estratégico internacional para accionar desde la Educación y Formación Ambiental y un documento de trabajo destinado a revisar las políticas de educación ambiental sugeridas en Georgia.

Después vinieron otros, como la Cumbre para la Tierra en 1992, en los que siempre se planteaba una educación dirigida a promover cambios democráticos y sociales y como base para generar conciencia en alcanzar una sociedad para la sostenibilidad actual y de las futuras generaciones.

La Educación para el Desarrollo Sostenible no es un programa o proyecto en particular, sino que es, más bien, un paradigma que engloba muchas formas de educación que ya existen y las que quedan por crear.

UNESCO

Y volviendo al presente, ¿en qué punto está ahora la Educación Ambiental?

Pues, ya ves, a pesar de venir de tan lejos y de que desde sus orígenes se planteó y se vio como la herramienta perfecta para la toma de conciencia de las actividades del ser humano con el medio natural, e indispensable para el equilibrio dinámico y armónico de los seres humanos y los demás seres vivientes, seguimos SIN CONCIENCIA y SIN EQUILIBRIO.

Y el hecho de que los problemas ambientales no sean considerados como prioritarios para la mayoría de los ciudadanos es la prueba palpable del fracaso de estas políticas respecto a la Educación Ambiental

Teniendo en cuenta que la preocupación ambiental en general sigue siendo bastante baja (e incluso disminuyó a consecuencia de la crisis económica) y sin una educación efectiva de las nuevas generaciones en estos temas, con el modelo económico actual resulta más que difícil alcanzar el Desarrollo Sostenible tan necesario para nuestra propia supervivencia.

Como dije antes, tengo la evidencia de la falta de esta educación en mi propio día a día.

Me cruzo a menudo con gente que carece de cualquier conocimiento de las problemáticas ambientales que vivimos, y que no tienen consciencia de que nosotros mismos y nuestro estilo de vida, que paradójicamente somos los principales promotores de estas problemáticas, somos los que sufrimos ya sus consecuencias y efectos nocivos.

Y hablo de gente con estudios y bien preparada en otras lides. Gente joven que se suponía que ya tenían que haberse beneficiado de esas políticas, consensos y acuerdos, que manifestaban la necesidad de poner en relieve la Educación Ambiental como instrumento necesario para evitar las consecuencias negativas de nuestra mala gestión del medio.

En el colegio de mis hijos, como apostaría ocurre en la mayoría, la Educación Ambiental está limitada a apenas cuatro pinceladas, como cuando un día hacen papel reciclado, plantan un árbol, separan el papel en clase o en las fiestas colegiales deciden poner más contenedores en el centro y advierten que son para el reciclaje de residuos y en coherencia a su deseo de colaborar en la protección ambiental… (Y voy a obviar el tipo de segregación que en esos días se realiza)

La realidad es que, al final, la Educación Ambiental que mis hijos reciben es la que yo, dedicada a estos temas, puedo darles… Pero es obvio que no todos los padres pueden hacerlo pues, ni ellos mismos la han recibido.

Y no creas que me resulta del todo fácil trasmitir en soledad este tipo de valores a mis hijos pues, al no tener refuerzo y reflejo en otros ambientes en los que ellos conviven, hay momentos en que me planteo si los pobres pensaran que soy una “tarada” que está empeñada en complicarles la vida 🙂 …

Me pasa por ejemplo cuando voy al súper con ellos, y al pedirme una determinadas galletas, les suelto un discurso sobre que no puedo comprarles esa galletas porque vienen envueltas en paquetes individuales, que dan lugar a que generemos muchos residuos de plástico y que además llevan aceite de palma.

O recientemente, cuando le di la noticia a mi hija de que este año me negaba a forrarle los libros del cole porque quiero limitar, todo lo posible, el uso de plástico y la generación de residuos… La pobre, que es muy tímida, estaba agobiada pensando en cuando la profe le riñera por no cumplir la norma de que los libros tienen que ir forrados….

Y así, en otras muchas situaciones…

Bien es cierto que no todo es tan negro como parece y hay que reconocer que algún cambio se está produciendo.

Cambios que se plasman en movimientos en pro del Medio Ambiente y que, a mí por lo menos, me dan un hilo de esperanza de que tal vez, esta vez sí, las cosas van a cambiar y quizás el futuro ambiental de este planeta pueda reconducirse.

Ejemplo de ello es Fridays For Future (un movimiento estudiantil surgido en torno a la joven sueca Greta Thunberg) que en España está representado por la plataforma Juventud por el Clima.

Esta plataforma es justamente la que recientemente ha promovido la Huelga Mundial por el Clima, una gran movilización ocurrida el pasado 27 de septiembre a favor de la defensa ambiental con un alcance global y que, en el caso de España, contó con el apoyo de más de 300 organizaciones.

¿Para cuándo un enfoque efectivo de la Educación Ambiental?

La Educación Ambiental tiene que ser mucho más que meras actuaciones puntuales en los centros escolares.

Como herramienta fundamental para conservar el Medio Ambiente, y siendo una de las disciplinas más transversales que puede aplicarse en todas las asignaturas que se cursan en los programas educativos, la educación ambiental debe estar planteada bajo un enfoque que la integre en todas las áreas desde los cursos iniciales del currículo educativo.

La Educación Ambiental no puede plantearse como una asignatura más de los programas curriculares, sino que tiene que ser concebida como un área transversal, reflejada en todas las asignaturas y en todos los niveles.

Es sin duda la acción de base necesaria e imprescindible para conseguir el equilibrio entre los aspectos sociales, ambientales y económicos de nuestra sociedad.

La Educación Ambiental es el instrumento indispensable para lograr la reconciliación del ser humano con la Naturaleza, de la que somos parte integrante y sin la que no somos nada.

Es el mecanismo que revertirá el error que estamos cometiendo al empeñarnos en desvincularnos del elemento clave de nuestra subsistencia, porque este tipo de enseñanza es la que nos permitirá:

  • Tomar conciencia de la globalidad del Medio Ambiente y de la importancia de su cuidado
  • Sensibilizarnos con sus problemáticas haciéndonos conscientes de que lo que está en juego es nuestra supervivencia como especie de este planeta.
  • Adquirir una idea global de todos los factores que afectan al medio en el que vivimos y del que dependemos.
  • Prepararnos para la toma de decisiones adecuadas para frenar el deterioro ambiental
  • Generar preocupación por la mejora y protección ambiental, promoviendo nuestra implicación y participación activa en ellas.
  • Adquirir las aptitudes y conocimientos necesarios para implicarnos en la solución de los problemas ambientales.
  • Fomentar la reflexión consciente y el pensamiento crítico respecto a la gestión del Medio Ambiente que estamos realizando.

No habrá cambio de actitudes hasta que ese cambio no se empiece a implementar desde las edades más tempranas y de forma plenamente integrada en todo el ciclo educativo que sigue cualquier individuo.

Si no queremos que los futuros gestores de nuestra sociedad sigan la estela de los actuales, habrá que cambiar las bases de la formación formal y redirigirla por otros caminos.

Sigo con la esperanza de llegar a ver que por fin la Educación Ambiental se convierta en una realidad en el ámbito de la enseñanza formal, porque en ese momento será posible que abandonemos este comportamiento autodestructivo al que hemos llegado y del que somos totalmente responsables.

Porque, ya tiene «gracia» que, justamente buscando nuestro bienestar a través del desarrollo (tecnológico, económico, productivo, social, …) llegamos justamente al efecto contrario, al generar efectos, consecuencia de ese mismo desarrollo, altamente contraproducentes para nuestro bienestar.

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